Estoy en el patio de la casa de mi infancia con mis hermanas. Aunque tenemos la edad actual, jugamos a la mancha como niñas. Papá y mamá habían salido, así que yo estaba a cargo, por eso no terminaba de disfrutar del juego: velaba porque las más chicas no se caigan ni se lastimaran. En eso escucho fuertes ruidos: cerca hay un tiroteo y grito a mis hermanas que corran a la casa. Cuando entro a la cocina noto que mucha sangre brotaba de mi espalda, una bala me había alcanzado. Me recuesto en el suelo y pido a mis hermanas que llamen a una ambulancia. Ellas se miran extrañadas y me dicen que sí, que ya van a llamarla, pero no la llaman, solo miran por la ventana esperando que lleguen nuestros padres. Yo trato de mantener la calma, pero ante la inactividad de mis hermanas, insisto: pido que busquen un vecino con auto que me pueda llevar al hospital …Nada…En ese momento me percato de que no sentía ningún dolor, entonces veo la hora y recuerdo que cerca de casa había una cita para salir en micro hacia una manifestación. Decido ir: seguro algún conocido me va a socorrer, pienso. Cuando llego veo muchas caras conocidas pero nadie se me acerca, todos parecen evitarme y eso me avergüenza. Entonces me pongo a repartir panfletos, tratando de disimular mi herida apoyándome contra la pared. El micro está a punto de salir. Se me acerca mi profesora de Filosofía de la Historia comiendo tostaditas light y yo le pregunto si ella también va a ir a la marcha pero en realidad le quería preguntar por qué nadie me ayudaba y ella sentencia: Andrea, vos ya entraste al sueño de los objetos ¿no te diste cuenta?
Andrea
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